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Look de Melania Trump: para no pasar desapercibida

Ella apenas viste de marcas americanas, sino que prefiere firmas europeas como Givenchy, Stella McCartney, Hervè Pierre, Karl Lagerfeld o Gucci. Su abierta devoción por el lujo ahí le ha ganado el apodo de "Melania Antonieta".

En una ocasión, trascendió que a Melania Trump no le gustaba que hablaran de su ropa. Cómo no hacerlo, se preguntaba la prensa, cuando la voz de la esposa del 45º presidente ha sido apenas audible, y cuando su puesta en escena es siempre tan extravagante, tan dramática y tan excepcional que exige ser titular de la noticia.

Melania, rodeada de un halo de hieratismo y misterio, es tan pluscuamperfecta que parece inventada, irreal, un personaje a años luz de la opinión pública, algo a lo que han contribuido sus numerosas polémicas estéticas.

En 2018, en plena crisis migratoria, cuando varios niños fueron arrebatados de sus padres migrantes en territorio americano, Melania eligió una chaqueta de Zara que rezaba 'Really don't care, Do you?' (Realmente no me importa, ¿y a ti?) para visitar uno de los hogares que acogía a aquellos pequeños.

Ese mismo año, en África, la mecha prendió de nuevo cuando se puso el sombrero salacot, símbolo de la ocupación colonial de los británicos. Coronó el viaje con un posado frente a las pirámides egipcias vestida como el malo de Indiana Jones (Belloq, el personaje nazi) tan fotogénica que parecía una (desafortunada) producción de moda. Otra de sus sonadas polémicas fue cuando se vistió de Top Gun con unos impresionantes tacones para acudir a una zona devastada por el huracán Harvey. Al tiempo, una ex-asesora y ex-amiga de la primera dama, ha revelado con unas cintas grabadas que a Melania poco le importaban los titulares: "Estoy volviendo locos a los liberales, eso es seguro", se oye decir a Melania. Con más o menos revuelo, lo cierto es que en sus apariciones oficiales la señora Trump tiene un sensacional dominio de la imagen. Y no parece, desde luego, que quiera pasar desapercibida.

Desde el comienzo de la legislatura la relación de Melania con la moda ha sido algo tensa. Cuando su marido ganó la presidencia muchos diseñadores -de ideología demócrata- decidieron boicotear a Melania, pero poco podían hacer ante su poder como clienta. Si Melania quiere ponerse algo, le basta con comprarlo. En su retrato oficial, posó con su anillo de compromiso de 1,5 millones de dólares. A su antecesora, Michelle Obama, le regaló una enorme caja de Tiffany's en el momento del traspaso de poderes, en lugar de algún detalle más simbólico, histórico o intelectual (y más decoroso). Ha hecho prácticamente de todo, de jardinería a leer cuentos infantiles, subida a unos tacones de Louboutin de 12,5 centímetros (y sin plataforma). Es una mujer cuyo presupuesto en una chaqueta (de Dolce&Gabbana, en este caso) puede ser el mismo que el sueldo de una familia estadounidense aen todo unl año (51.500 dólares, la llevó al G7 en 2017). En definitiva, Melania es muy millonaria y no le importa que se le note.

FUENTE: www.revistavanityfair.es